Anam Cara                    El Libro de la Sabiduría Celta

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Capítulo 2
Hacia una espiritualidad de los sentidos

Una espiritualidad de la transfiguración

La espiritualidad es el arte de la transfiguración. No debemos forzamos a cambiar adecuándonos violentamente a una forma predeterminada. No es necesario funcionar de acuerdo con la idea de un programa o plan de vida predeterminados. Más bien debemos practicar un arte nuevo, el de prestar atención al ritmo interior de nuestros días y nuestra vida. Así adquiriremos una nueva conciencia de nuestra presencia divina y humana. Todos los padres conocen un ejemplo dramático de esta clase de transfiguración. Vigilan cuidadosamente a sus hijos, pero éstos un buen día los sorprenden: los reconocen, pero su conocimiento de ellos resulta insuficiente. Hay que volver a escucharlos.
La idea de la atención es mucho más creativa que la de la voluntad. Con excesiva frecuencia, la gente trata de cambiar su vida, esgrimiendo la voluntad como una suerte de martillo para darle la forma adecuada. El intelecto identifica el objetivo del plan y la voluntad obliga a la vida a tomar la forma correspondiente. Es una forma exterior y violenta de afrontar lo sagrado de la propia presencia. Te expulsa con falsedades de ti mismo y puedes pasar años perdido en la selva de "tus programas mecánicos. espirituales. Puedes morir de una sed que tú mismo has causado. "
Si trabajas con otro ritmo, volverás fácil y naturalmente a tu propio yo. Tu alma conoce la geografía de tu destino. Sólo ella tiene el mapa de tu futuro; por eso puedes confiar en este aspecto indirecto, oblicuo de tu yo. Si lo haces, te llevará donde quieres ir; más aún, te enseñará un ritmo benigno para tu viaje. Este arte del ser no conoce principios generales. Pero la signatura de este viaje singular está grabada profundamente en tu alma. Si te ocupas de tu yo y tratas de acceder a tu propia presencia, hallarás el ritmo exacto de tu vida. Los sentidos son caminos generosos para llegar a tu casa.
Si prestas atención a tus sentidos, podrás alcanzar una renovación, más aún, una transfiguración total de tu vida. Tus sentidos son los guías para llegar a lo más profundo del mundo interior de tu corazón. Los mayores filósofos coinciden en que el conocimiento llega en gran medida por medio de los sentidos. Éstos son nuestros puentes al mundo. La piel humana es porosa; el mundo fluye a través de ti. Tus sentidos son poros enormes que permiten que entre el mundo. Si estás en sintonía con la sabiduría de tus sentidos, jamás serás un exiliado en tu propia vida, un forastero perdido en un lugar espiritual exterior construido por tu voluntad y tu intelecto.

Los sentidos como umbrales del alma

Durante mucho tiempo hemos creído que lo divino está fuera de nosotros. Llevados por esta convicción, hemos tensado nuestros anhelos hasta un grado desastroso. Es una gran soledad, ya que es el anhelo humano lo que nos vuelve santos. El anhelo es lo más bello que hay en nosotros; es espiritual, posee profundidad y sabiduría. Si lo enfocas en una divinidad remota, lo sometes injustamente a una tensión. Así, sucede que el anhelo busca lo divino, pero el exceso de tensión lo obliga a replegarse sobre sí mismo en forma de cinismo, vacío o negativismo. Así se puede destruir una vida hermosa. Pero no es necesario someterlo a tensión alguna. Si creemos que el cuerpo está en el alma y que ésta es un lugar sagrado, la presencia de lo divino está aquí, cerca de nosotros.
Por estar el cuerpo dentro del alma, los sentidos son los umbrales hacia ella. Cuando tus sentidos se abren por primera vez al mundo, la primera presencia que encuentran es la de tu alma. Ser sensual o sensorial es estar en presencia de la propia alma. Wordsworth, quien conocía la dignidad de los sentidos, escribió que "el placer es el tributo que debemos a nuestra dignidad como seres humanos". Es una visión profundamente espiritual. Tus sentidos te vinculan íntimamente con lo divino que hay en ti y a tu alrededor. Al sintonizar con los sentidos, puedes devolver flexibilidad a una creencia que se ha vuelto rígida y suavidad a una visión encallecida. Puedes abrigar y curar esos sentimientos atrofiados, barreras que nos destierran de nosotros mismos y nos separan de otros. Entonces ya no estamos desterrados de esa maravillosa cosecha de divinidad que se recoge secretamente en nuestro interior. Aunque veremos cada sentido por separado, es importante comprender que siempre actúan juntos. Se superponen. Lo vemos en las variadas reacciones ante el color. Esto significa que la percepción del color no es meramente visual.

 

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