Anam Cara                    El Libro de la Sabiduría Celta

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Capítulo 4
El trabajo como poética del desarrollo

La imagen falsa puede paralizar

La percepción es crucial para la comprensión. Qué ves y cómo lo ves determinan cómo serás. Tu percepción o visión de la realidad es la lente a través de la cual verás las cosas. Tu percepción determinará la conducta de las cosas para ti y hacia ti. Tendemos a ver en la dificultad una perturbación. Paradójicamente, la dificultad puede ser una gran amiga de la creatividad. Me fascinan estos versos de Paul Valéry: Une difficulté est une lumiére/une difficulté insurmontable est un soleil. "Una dificultad es una luz; una dificultad insuperable es un sol." Es una forma completamente distinta de pensar en lo incómodo, lo irregular, lo difícil. De lo más profundo de nuestro ser sale un impulso terrible hacia la perfección. Queremos adecuar todo a un mismo molde. No nos gustan las formas imprevistas. Al comenzar a re-imaginar el lugar de trabajo, uno de los aspectos esenciales es fomentar la capacidad de aceptar lo difícil y penoso. Con frecuencia lo difícil y penoso no es el trabajo en sí, sino nuestra imagen de él.
Durante una etapa de mis estudios en Alemania, adquirí una aguda conciencia de la imposibilidad de mi objetivo. Estudiaba la Fenomenología del espíritu de Hegel; quien lo conozca sabe que es un texto mágico, pero difícil de comprender. Mi conciencia de la dificultad del proyecto empezó a reflejarse en mi actitud hacia el trabajo. Empecé a caer en un estado de parálisis y en poco tiempo tuve que dejar de trabajar. Los alemanes expresan este bloqueo con la acertada expresión Ich stehe mir im Weg, "yo solo me cierro el camino". Me dirigía a mi mesa casi corriendo, convencido de que atravesaría la barrera, pero no podía concentrarme. Me obsesionaba la idea de que era un trabajo imposible. Cada día sin falta lo acometía, pero estaba totalmente bloqueado.
Un día fui a dar un largo paseo por el bosque en las afueras de Tubinga. En medio del bosque se me ocurrió súbitamente que el problema que me bloqueaba no era Hegel, sino la imagen que me hacía de mi trabajo. Volví inmediatamente a casa, me senté y anoté en una hoja la imagen que había construido. Así reconocí su fuerza. Una vez que tuve claridad sobre esto, pude distanciar la imagen del trabajo en sí. Al cabo de unos días la imagen se desvaneció y pude recuperar el ritmo de trabajo.
Algunas personas tienen grandes dificultades en su trabajo aunque éste sea una auténtica expresión de su naturaleza, dones y potencial. La dificultad no está en el trabajo, sino en la imagen que tienen de él. Ésta no es una mera superficie; se convierte en una lente a través de la cual vemos la cosa. Somos responsables en parte por la construcción de nuestras imágenes y totalmente responsables por la manera como las usamos. Reconocer que la imagen no es la persona o la cosa es una liberación.

El rey y el regalo del mendigo

Una cosa difícil o inesperada puede ser un gran don. Con frecuencia recibimos un regalo disimulado. Hay un hermoso cuento sobre un joven que fue coronado rey. Sus súbditos lo amaban desde antes y se mostraron jubilosos con su coronación. Le hicieron muchos regalos. Después de la coronación, se celebró una cena en palacio. Llamaron a la puerta. Los sirvientes que fueron a abrirla se encontraron con un viejo andrajoso, un mendigo, que quería ver al rey. Trataron de disuadirlo, pero el rey salió a hablar con él. El viejo lo elogió, dijo que todo el reino estaba contento de tenerlo como rey y le entregó como regalo un melón. El rey detestaba los melones, pero para ser amable con el anciano aceptó el regalo, le dio las gracias y el hombre partió contento. El rey entró y dijo a los sirvientes que arrojaran el melón al jardín trasero. La semana siguiente, a la misma hora, llamaron a la puerta. El rey acudió, el viejo se deshizo en elogios y le entregó otro melón. Una vez más, el rey aceptó el melón, despidió al anciano y arrojó la fruta al jardín. Esto se repitió durante varias semanas. El rey era demasiado bueno para decepcionar al anciano o menospreciar su generosidad. Una noche, cuando el anciano estaba por entregar el melón, un monito saltó del portal del palacio y arrojó la fruta al suelo. El fruto se hizo pedazos y de su interior brotó una cascada de diamantes. El rey corrió al jardín trasero. Todos los melones se habían derretido en torno de un montículo de piedras preciosas. La moraleja del cuento es que en situaciones difíciles o problemáticas, a veces la dificultad reside en la cubierta exterior, mientras que en el interior brilla la luz de una hermosa joya. Es prudente acoger lo que parece difícil o penoso.
Mi padre era un albañil muy hábil. Yo solía mirarlo mientras levantaba paredes. A veces elegía una piedra completamente redonda. Las piedras redondas son inútiles porque no encajan en la estructura de una pared. Sin embargo, mi padre la transformaba con unos golpes de martillo. Un objeto informe e inútil se adaptaba a la pared como si lo hubieran hecho especialmente para ello. Me fascina también la idea de Miguel Ángel: en cada piedra, por torpe, pesada o informe que sea, hay una forma secreta que quiere salir/Los maravillosos esclavos que esculpió para la tumba de Julio II ilustran este concepto. Las figuras humanas tratan de erguirse, pero de cintura para abajo están atrapadas en la piedra informe. Es una imagen increíble de liberación detenida. Con frecuencia, en los proyectos laborales difíciles, hay una forma secreta que quiere emerger. Si te concentras en liberar la posibilidad oculta en tu proyecto, hallarás una satisfacción que te sorprenderá. El Maestro Eckhart habla con bellas palabras sobre cuál debe ser la actitud hacia lo que uno hace. Si uno trabaja con ojo creativo y benigno, creará belleza.

El trabajo hecho de corazón crea belleza

Si lo piensas bien, el mundo de tu acción y tu actividad es un gran tesoro. Lo que haces debe ser digno de ti; propio de tu atención, dignidad y autoestima. Si puedes amar lo que haces, crearás belleza. Tal vez al principio no ames tu trabajo, pero la faceta más profunda de tu alma puede ayudarte a llevar la luz del amor a lo que haces. Entonces lo harás de manera creativa y transformadora.
En Japón cuentan una hermosa historia sobre un monje zen. El emperador tenía un ánfora magnífica, antigua y de diseño bello y muy complejo. Un día alguien la dejó caer y el ánfora se rompió en miles de fragmentos. Convocaron al mejor alfarero del país, quien intentó reunir los fragmentos, pero fracasó. El emperador lo hizo decapitar y llamó a otro alfarero, quien también fracasó. Esto continuó durante semanas, hasta que no quedaba un artista en todo el país, salvo un anciano monje zen que vivía en una cueva en la montaña con un joven aprendiz. Éste fue a palacio, recogió los fragmentos y los llevó a la cueva. El monje trabajó durante varias semanas y finalmente apareció el ánfora. El aprendiz la contempló, sobrecogido por su belleza. Los dos la llevaron a palacio, donde el emperador y los cortesanos los recibieron con grandes muestras de placer. El anciano monje zen recibió una recompensa generosa y volvió con su aprendiz a la cueva. Un día, cuando buscaba un objeto perdido, el aprendiz encontró los fragmentos del ánfora. Corrió a su maestro: "Mira los fragmentos, no es verdad que los reunieras. ¿Cómo pudiste hacer un ánfora tan bella como la que se rompió?". El maestro respondió: "Si haces tu trabajo con amor en tu corazón, siempre podrás crear algo bello".

Bendición
Que la luz de tu alma te guíe.
Que la luz de tu alma bendiga tu trabajo con el amor secreto y el
calor de tu corazón.
Que veas en lo que haces la belleza de tu alma. Que la santidad de tu trabajo lleve salud, luz y renovación a los
que trabajan contigo y a los que ven y reciben tu trabajo. Que tu trabajo nunca te canse.
Que libere en ti manantiales de renovación, inspiración
y animación.
Que estés presente en lo que haces. Que nunca te pierdas en ausencias insulsas. Que el día nunca te pese. Que el alba te encuentre despierto y atento,
esperando el nuevo día
con sueños, posibilidades y promesas. Que la noche te encuentre en estado de gracia y realizado. Que comiences la noche bendecido, abrigado y protegido. Que tu alma te serene, consuele y renueve.

 

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