Anam Cara                    El Libro de la Sabiduría Celta

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Capítulo 3
Tu soledad es luminosa

El cuerpo es tu única casa

Es algo misterioso que el cuerpo humano sea arcilla. El individuo es el lugar de encuentro de los cuatro elementos. La persona es una forma de arcilla que vive en el medio aéreo. Pero el fuego de la sangre, el pensamiento y el alma discurre por el cuerpo. Toda su vida y energía discurren por el círculo sutil del elemento acuático. Hemos surgido ¿e las profundidades de la Tierra. Piensa en los millones de continentes de arcilla que jamás tendrán la oportunidad de abandonar este mundo subterráneo. La arcilla jamás encontrará una forma para ascender y expresarse en el mundo de la luz, sino que vivirá eternamente en la tierra ignota de las sombras. Por este motivo, la idea celta que sostiene que el mundo subterráneo no es oscuro, sino un mundo de espíritus, es muy hermosa. En Irlanda se cree que Tuatha Dé Dannan, la tribu celta desterrada de la superficie de Irlanda, vive en el mundo subterráneo. Desde allí gobiernan la fertilidad de la tierra. Por consiguiente, cuando un rey era coronado, se desposaba simbólicamente con la diosa. De esta manera su reinado ayudaría a su pueblo. Los celtas eran un pueblo agrícola y rural. Esto ha afectado en gran medida a nuestra visión inconsciente del paisaje irlandés. Éste no es sólo natural, sino que posee cierta luminosidad. Nos sentimos en comunión con él. Cada parcela tiene su nombre y ha sido escenario de algún suceso. Posee una memoria secreta y callada, una historia de presencias donde nada se pierde ni se olvida. En la obra teatral The Gigli Concert, de Tom Murphy, un hombre anónimo pierde simultáneamente el sentido del paisaje y la capacidad de comunicarse consigo mismo.
El misterio del paisaje irlandés está contado en historias y leyendas de distintos lugares. Los cuentos de fantasmas y espíritus son innumerables. Un gato mágico cuida un antiguo tesoro en un gran campo. Hay una fascinante red de cuentos sobre la independencia y la estructura del mundo espiritual. El cuerpo humano ha surgido de este mundo subterráneo. Por consiguiente, en tu cuerpo la arcilla adquiere una forma que nunca tuvo. Así como es un gran privilegio que tu arcilla haya salido a la luz, también es una gran responsabilidad. 
En tu cuerpo de arcilla salen a la luz y se expresan cosas hasta ahora desconocidas, presencias que jamás tuvieron forma o luz en otro individuo. Parafraseando a Heidegger, que dijo que "el hombre es pastor del ser", podemos decir que el hombre es pastor de arcilla. Representas un mundo desconocido que te pide le prestes voz. A veces sientes una felicidad que no corresponde a tu biografía individual, sino a la arcilla de la que fuiste hecho. En otras ocasiones, el pesar cae sobre ti como una bruma sobre el paisaje. Es tan sombría que puede paralizarte. No debes interferir con este desplazamiento de los sentimientos. Antes bien, deberías reconocer que esta emoción corresponde a tu arcilla más que a tu mente. Lo sabio es dejar que pase la tormenta, que va en camino hacia otra parte. Solemos olvidar que la arcilla posee una memoria anterior a nuestra mente, una vida propia que precedió a su forma actual. Podemos parecer modernos, pero somos antiguos, hermanos y hermanas en la misma arcilla. En cada uno, una parte distinta del misterio se vuelve luminosa. Para llegar a ser y devenir tu yo, necesitas el resplandor antiguo de otros.
Nuestra esencia es un bello componente de la naturaleza. El cuerpo conoce esta comunión y la anhela. No nos destierra espiritual ni afectivamente. El cuerpo humano se siente a sus anchas en la Tierra. Se diría que una astilla clavada en la mente es la dolorosa raíz de tanto exilio. Esta tensión entre la arcilla y la mente es la fuente de toda creatividad. Es la tensión interior entre lo antiguo y lo nuevo, lo conocido y lo desconocido. Este ritmo sólo puede ser aprehendido por la imaginación, la única capaz de navegar ese ínterin sublime donde se tocan las distintas fuerzas interiores. La imaginación está empeñada en la justicia de la integridad. En un conflicto interior, no escogerá un bando y reprimirá o desterrará al otro; tratará de iniciar una conversación profunda entre ambos para que pueda nacer algo original. La imaginación ama los símbolos porque reconoce que la divinidad interior sólo puede hallar expresión en forma simbólica. A través de la imaginación, el alma crea y construye su vivencia profunda. La imaginación es el espejo más reverente del mundo interior.
La individualidad no tiene por qué ser solitaria o estar aislada. Como dice la bella frase de Cicerón: Numquam minus solus quam cum solus. Uno puede armonizar con la propia individualidad si la ve como una expresión profunda o sacramento de la arcilla antigua. Cuando se produce un despertar del amor y la amistad, se puede revelar esta arcilla interior. Si conocieras bien el cuerpo de la persona amada, sabrías dónde estuvo su arcilla antes de adquirir forma en ella. Podrías intuir las diversas tonalidades de su arcilla: acaso una parte venga de la orilla de un lago sereno, otra de lugares solitarios de la naturaleza, otras en fin de lugares ocultos y desconocidos. Nunca sabemos cuántos lugares de la naturaleza se encuentran en el cuerpo humano. No todo el paisaje es exterior, una parte se ha introducido en el alma. La presencia humana huele a paisaje.
El mundo celta había desarrollado un sentido profundo de la complejidad del individuo. Con frecuencia surgen conflictos interiores allí donde coinciden distintas partes de la memoria de nuestra arcilla; puede reinar allí una energía bruta, irrefrenable. El reconocimiento de nuestra naturaleza de arcilla puede traernos una armonía más antigua. Puede devolvernos al ritmo antiguo que habitamos antes de que nos dividiera la conciencia. Uno de los aspectos más bellos del alma es que constituye el terreno de encuentro entre la separación del aire y la comunión de la tierra. El alma media entre el cuerpo y la mente; abriga y contiene a ambos. En este sentido primordial, el alma es imaginativa.

 

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