Anam Cara                    El Libro de la Sabiduría Celta

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Capítulo 3
Tu soledad es luminosa

La mente bailarina

Hay muchas clases de soledad. La del sufrimiento cuando atraviesas la oscuridad es una sensación intensa y terrible de abandono. Las palabras son incapaces de expresar tu dolor; lo que transmiten a otros está muy alejado, es muy distinto de tu verdadero sufrimiento. Todos hemos conocido ese momento sombrío. La conciencia popular sabe que en esas ocasiones debes tratarte a ti mismo con extraordinaria ternura. Amo la vista de un campo de maíz en el otoño. Cuando pasa el viento, el maíz no permanece erguido ni trata de resistir su fuerza, porque lo arrancaría de raíz. No. El maíz se mece con el viento, se inclina hasta el suelo y después se yergue para recuperar su posición y su equilibrio. Asimismo sucede con cierta araña depredadora, que jamás teje su tela entre dos objetos duros como piedras porque el viento la arrancaría. Instintivamente la teje entre dos hojas de hierba. Cuando pasa el viento, la tela se inclina con la hierba y después vuelve a su punto de equilibrio. Éstas son bellas imágenes de una mente en consonancia con su propio ritmo. Cuando endurecemos nuestra mente, cuando nos aferramos a nuestras ideas o creencias, ejercemos una presión terrible sobre ella, perdemos la suavidad y la flexibilidad que hacen a la comunión, el refugio protector. A veces la mejor cura para tu alma es flexibilizar ciertas ideas que endurecen y cristalizan tu mente; porque éstas te alejan de tu propia profundidad y belleza. Se diría que la creatividad requiere una tensión flexible y moderada. Aquí es útil la imagen del violín. Las cuerdas excesivamente tensas o flojas se rompen. Cuando están debidamente afinadas, el violín puede soportar una fuerza tremenda y producir sonidos poderosos y tiernos.

La belleza ama los lugares abandonados

Sólo en la soledad puedes descubrir el sentido de tu propia belleza. El artista divino no envió a nadie aquí desprovisto de la hondura y la luz de la belleza divina. Ésta suele quedar oculta detrás de la fachada gris de la rutina. Tu belleza se te aparecerá en la soledad. En Conamara, donde abundan las aldeas de pescadores, tienen el siguiente dicho: Is fánach an áit a gheobfá gliomach, es decir, "En el lugar inesperado o descuidado encontrarás la langosta". En los rincones y recovecos abandonados de tu esquiva soledad hallarás el tesoro que siempre has buscado en otra parte. Esto dijo Ezra Pound: "La belleza se complace en evitar el resplandor deslumbrante. Prefiere los lugares abandonados, porque sabe que sólo allí encontrará la clase de luz que repite su forma, su dignidad y su naturaleza." En cada persona reside una belleza profunda. La cultura moderna está obsesionada por la belleza artificial. Ha estandarizado la belleza y la ha convertido en un producto de venta más. En su sentido real, la belleza es la iluminación de tu alma.
El alma contiene una linterna que vuelve luminosa tu soledad. Ésta no tiene por qué ser abandono. Puede despertar a su tibia luminosidad. El alma redime y transfigura todo porque es espacio divino. Cuando habitas plenamente tu soledad y experimentas sus extremos de aislamiento y abandono, encontrarás que en su centro no hay abandono ni vacío, sino intimidad y refugio. En tu soledad sueles acercarte más a la comunión y la afinidad que en tu vida social o en el mundo público. En este nivel, la memoria es la gran amiga de la soledad. Cuando ésta madura, comienza la cosecha de la memoria. Wordsworth lo resume en su reacción al recuerdo de los narcisos: "A menudo, cuando estoy tendido en el sofá/con ánimo ausente o meditabundo/se aparecen al ojo interior, /que es la dicha de la soledad".
Tu personalidad, creencias y función son en realidad una técnica o una estrategia para atravesar la rutina diaria. Cuando estás librado a tus propios medios o cuando despiertas durante la noche, puede aflorar el conocimiento verdadero. Puedes intuir el equilibrio secreto de tu alma. Cuando recorres la distancia interior hasta lo divino, la distancia exterior desaparece. Paradójicamente, la confianza en tu comunión interior altera drásticamente tu comunión exterior. Si no encuentras comunión en tu soledad, tu anhelo exterior seguirá sediento y desesperado.
El interior nos reserva una maravillosa acogida. El Maestro Eckhart ilustra este concepto al decir que en el alma hay un lugar que no pueden tocar el espacio, el tiempo ni la carne. Es el lugar eterno de nuestro seno. Te harías un precioso regalo si acudieras a él con frecuencia para nutrirte, fortalecerte y remozarte. Las cosas más profundas que necesitas no están en otra parte. Están aquí y ahora, en el círculo de tu propia alma. La amistad y santidad verdaderas permiten a la persona visitar asiduamente el fogón de esta soledad; esta bendición incita a buscar otras en su santidad.

 

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