El alma anhela expresarse La persona humana tiene un anhelo profundo de poder expresarse. Uno de los caminos más bellos para que el alma se haga presente es el pensamiento, donde toma forma su vivacidad interior. En cierto modo, nada en el mundo es más veloz que el pensamiento. Puede volar por todas partes y estar con cualquier persona. Nuestros sentimientos también vuelan velozmente; pero aunque son muy valiosos para nuestra identidad, tanto ellos como los pensamientos permanecen en gran medida invisibles. Para sentirnos reales, debemos dar expresión a ese mundo interior invisible. Toda vida necesita expresarse. Cuando realizamos una acción, lo invisible de nuestro interior adquiere forma y encuentra expresión. Por eso, nuestro trabajo debería ser un lugar donde el alma pueda tener la posibilidad de hacerse presente y visible. Esa reserva desconocida, preciosa y fecunda que hay en nuestro interior podría salir y adquirir forma visible. Nuestra naturaleza siente un anhelo profundo por esa posibilidad de expresión que llamamos trabajo.
Me crié en una granja. Éramos pobres y todos trabajábamos. Agradezco que me enseñaran a trabajar. Desde entonces encuentro satisfacción en el trabajo cotidiano. Me siento frustrado cuando se pierde un día y por la noche tengo la sensación de que muchas de sus potencialidades fueron desaprovechadas. En el campo, el trabajo tiene efectos claros y visibles. Cuando recoges patatas, observas el resultado; el huerto da sus frutos enterrados. Cuando alzas un muro en un campo, introduces una nueva presencia en el paisaje. Cuando vas a la ciénaga a recoger turba, por la noche ves que el grogaín de turba ha crecido y está lista para secarse. El trabajo agrícola da una gran satisfacción. Es agotador, pero uno ve los frutos. Cuando dejé el campo, entré en el mundo del pensamiento, la literatura y la poesía. Este trabajo se realiza en el reino invisible. Quien trabaja en el territorio de la mente no ve nada. En ocasiones vislumbra leves ondas producidas por su esfuerzo. Se necesita mucha paciencia y confianza en uno mismo para intuir la cosecha invisible en el territorio de la mente. Es necesario entrenar al ojo interior para que penetre en los reinos invisibles donde los pensamientos pueden crecer y los sentimientos echar raíces.
Pisreoga Para muchas personas, el lugar de trabajo es frustrante, ya que no permite ni el desarrollo ni la creatividad. En la mayoría de los casos es un lugar anónimo controlado por la funcionalidad y las imágenes. El trabajo exige tanto esfuerzo que el trabajador siempre es vulnerable. En la antigua tradición celta se podía aprovechar la negatividad para volver a la naturaleza contra el trabajador. Cuando una persona detestaba a otra o quería causarle un daño, solía destruir su cosecha. Éste es el mundo de pisreoga. Si uno sentía celos de su vecino, plantaba huevos en su huerta de patatas. Al llegar la cosecha, el dueño de la huerta encontraba que sus patatas estaban podridas. El deseo dañino se materializaba por medio de un rito de invocación negativa y el símbolo de un huevo. Esto era lo que despojaba a la tierra de su poder y fecundidad.
En la tradición celta, el primero de mayo era una fecha peligrosa, en la cual había que cuidar el pozo de agua de los espíritus negativos o dañinos que trataban de destruir, envenenar o dañar. Un ejemplo de esa negatividad es la siguiente historia que contaba mi tío acerca de una aldea vecina. Una mañana de mayo, cuando andaba por el campo con sus animales, un pastor se cruzó con una mujer desconocida que arrastraba una cuerda. La saludó con la bendición dia dhuit, pero ella dejó la cuerda y se alejó sin responder. Era una buena cuerda. El pastor la enrolló, la llevó a su casa y la arrojó al fondo de un barril, en un cobertizo donde quedó olvidada. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, los vecinos lo ayudaban a cargar el heno en el carro y alguien le preguntó si tenía una cuerda para atar el último fardo. El hombre respondió: Nil aon rópa agam ach rópa an t-sean caillach, es decir, "no tengo otra cuerda que la de la vieja bruja". Fue al cobertizo a buscarla y al llegar vio que el barril estaba lleno de mantequilla. La vieja no era una transeúnte inocente: había robado la crema y la fuerza de la tierra aquella mañana de mayo. Al soltar la vieja la cuerda, el poder permaneció en ella y la crema de la tierra llenó el barril. Esta historia revela cómo se puede perder la cosecha y el fruto del trabajo en el umbral peligroso de la mañana de mayo.
La presencia como textura del alma En el lugar de trabajo moderno esa atmósfera puede ser muy dañina. Cuando hablamos de un individuo, hablamos de su presencia, que es la forma en que se manifiesta su individualidad frente a otros. La presencia es la textura del alma de esa persona. Esta presencia referida a un grupo de personas se denomina ambiente o carácter distintivo. El de un lugar de trabajo es una presencia grupal muy sutil. Es difícil describir o analizarlo, pero uno siente inmediatamente su poder y sus efectos. Cuando ese carácter es positivo, pueden suceder cosas maravillosas. Uno acude al trabajo con alegría porque el ambiente sale a su encuentro y está contento. Es benigno, acogedor y creativo. Pero si el carácter distintivo del lugar de trabajo es negativo y destructivo, al levantarse por la mañana la gente se siente mal ante la sola idea de ir a trabajar. Es triste que mucha gente deba pasar buena parte de su breve tránsito por el mundo en un lugar de trabajo donde impera un ambiente negativo y destructivo. El lugar puede ser muy hostil; con frecuencia es un ambiente de poder. Uno trabaja para personas que tienen poder para despedirlo, criticarlo, abusar de uno, comprometer su dignidad. No es un ambiente acogedor. La gente tiene poder sobre nosotros porque le entregamos nuestro poder.
Te invito a hacer el siguiente ejercicio: pregúntate qué imagen proyectan aquellos que tienen poder sobre ti. Una amiga mía trabaja en una escuela cuyo director es un hombre inseguro, débil y defensivo. Usa su poder de manera muy negativa. Recientemente, en una reunión previa al inicio del año lectivo, regañó a todo el personal. Al día siguiente, mi amiga se cruzó con este hombre que paseaba por el centro de la ciudad con su esposa. Advirtió con estupor que fuera del contexto de su poder parecía totalmente insignificante. Su sorpresa se debía a que en su función de director de la escuela proyectaba un gran poder sobre ella.
A veces permitimos que la gente ejerza un poder destructivo sobre nosotros simplemente porque no la interrogamos. Cuando la falsedad se disfraza de poder, ninguna fuerza puede desenmascararlo tan rápidamente como una pregunta. Todos conocemos la historia del manto del emperador. El emperador desfiló por la ciudad envuelto en su manto nuevo, pero en realidad estaba desnudo. Todos aplaudían y elogiaban su hermoso manto, hasta que una niña exclamó que el emperador estaba desnudo. Una palabra verdadera tiene un poder total. Dice el Nuevo Testamento: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". Esta máxima es apropiada para todas las situaciones. Preguntas hechas con tacto, sin agresividad, que permitan buscarla verdad tal como la concibes, impedirán que una persona se apropie de todo el poder en una situación. Así se evitará que muchas personas complejas y sumisas queden reducidas a una función exterior controlada.
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