Anam Cara El Libro de la Sabiduría Celta
Anterior | ||
|
||
Capítulo 5 Envejecer: la belleza de la cosecha interior |
La vejez y los tesoros del crepúsculo La vejez es también el crepúsculo de la vida. En la costa occidental de Irlanda los crepúsculos son hermosos, con una luz mágica. Muchos artistas vienen a trabajar en esta luz. El crepúsculo en el oeste de Irlanda es una hora de colores hermosos, que parecen aflorar después de haber estado ocultos bajo la luz blanca del día; cada color tiene una gran profundidad. El día se despide con gran decoro y belleza. Esa despedida se expresa en la magia de los colores hermosos. El ocaso da la bienvenida a la noche. Sus colores parecen penetrar en ella para volverla habitable y llevadera, un lugar de luz oculta. Asimismo en la vejez, el crepúsculo de la vida, muchos tesoros que pasaron inadvertidos en tu vida se vuelven visibles y están a tu disposición. Suele suceder que sólo la percepción crepuscular te permite contemplar los misterios de tu alma. Ésta corre a ocultarse de la luz de neón del análisis. La percepción crepuscular puede ser un umbral que invita al alma a desechar su timidez para que puedas contemplar sus bellos lineamientos de anhelo y potencialidad. La vejez también puede ser el tiempo de poner distancias. Tu percepción lo requiere. Las cosas demasiado próximas no se ven. Por eso no solemos valorar a las personas más cercanas a nosotros. No podemos dar un paso atrás para contemplarlas con la veneración y el reconocimiento que merecen. Tampoco nos miramos a nosotros mismos porque nos arrastra el torbellino de la vida. En la vejez, cuando tu vida se serena, podrás tomar distancia para ver quién eres, qué te ha hecho la vida y qué hiciste tú de ella. La vejez es tiempo de despojarse de muchas cargas falsas que uno ha arrastrado a través de los años de duras pruebas. Algunas de las cargas más pesadas son las que uno mismo elige llevar. Personas que dedican años a fabricarse una carga pesada suelen decir: "Yo llevo mi cruz a cuestas, Dios me ayude, espero que Dios me recompense por llevarla". Tonterías. Al ver a esas personas que llevan cargas inventadas por ellas mismas, Dios seguramente piensa: "Necios, cómo pueden creer que ése es el destino que yo les reservé. Es el fruto del uso negativo de la libertad y las posibilidades que yo les di". Las cargas falsas pueden caer en la vejez. Una manera de empezar es preguntarse: ¿qué cargas he sobrellevado yo solo? Algunas seguramente son reales, pero otras es probable que las hayas fabricado y recogido tú. Al despojarte de ellas, te quitas una gran presión y peso de encima. Experimentarás una agilidad y una gran libertad interior. La libertad puede ser uno de los frutos maravillosos de la vejez. Puedes reparar los daños que te infligiste anteriormente en la vida. Este conjunto de posibilidades está resumido en este magnífico pasaje del gran poeta mexicano Octavio Paz: |
Anterior | ||
© 2004
C.E.C |