Anam Cara                    El Libro de la Sabiduría Celta

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Capítulo 6
La muerte: el horizonte está en el pozo 

La muerte en la tradición celta

La tradición celta entendía de un modo sutil el milagro de la muerte y creó bellas oraciones para la ocasión. Para los celtas el mundo eterno estaba tan próximo al mundo natural que la muerte no parecía un suceso excepcionalmente destructivo o amenazador. Al entrar en el mundo eterno, llegas a un lugar donde la sombra, el dolor y las tinieblas jamás volverán a tocarte. Una bella oración dice:

Voy a casa contigo, a tu casa, a tu casa, Voy a casa contigo, a tu casa de invierno. Voy a casa contigo, a tu casa, a tu casa, Voy a casa contigo, a tu casa de otoño, de primavera y verano. Voy a casa contigo, hijo de mi amor, a tu cama eterna, a tu sueño eterno.

En esta oración el mundo natural y las estaciones están bellamente enlazados con la presencia de la vida eterna.
Jamás comprenderás la muerte ni reconocerás su soledad hasta que llame a tu puerta. En Connamara la gente dice: Ni thuigfidh td an bs go dtiocfaidh sf ag do dhors flin, o sea, "jamás comprenderás la muerte hasta que llame a tu puerta". También dicen que Is fear direach J an bs ni cui-reann sj scJal ar bith roimhe, "la muerte es un individuo muy directo que jamás se hace anunciar". Asimismo, Ni fjidir dul i bhfolach ar an mbs, "no hay lugar donde ocultarse de la muerte". O sea que cuando la muerte te busca, siempre sabrá dónde encontrarte.

Cuando la muerte llega...

La muerte es un visitante solitario. Cuando pasa por tu casa, nada vuelve a ser igual que antes. Hay un lugar vacío en la mesa, una ausencia en la casa. La muerte de un ser querido es una experiencia increíblemente extraña y desoladora. Algo se rompe en tu interior y las piezas jamás volverán a unirse. Se ha ido un ser amado, cuya cara, manos y cuerpo conocías tan bien. Por primera vez, este cuerpo queda totalmente vacío. Es aterrador y extraño. Después de la muerte, muchas preguntas acuden a tu mente: dónde se ha ido, qué ve, qué siente. La muerte de un ser amado trae una amarga soledad. Cuando amas de verdad a alguien, quisieras morir en su lugar. Pero cuando llega el momento, nadie puede ocupar el lugar de otro. Cada uno debe afrontarlo solo. Lo extraño de la muerte es que alguien desaparece. La experiencia humana comprende toda clase de continuidades y discontinuidades, acercamientos y distanciamientos. En la muerte se alcanza la última frontera de las vivencias. El fallecido desaparece del mundo visible de la forma y la presencia. Al nacer, vienes de ninguna parte; al morir, te vas a ninguna parte. Si riñes con la persona amada y ella se va, y si estás desesperado por volver a encontrarla, recorrerás cualquier distancia con tal de hacerlo. El momento de dolor más terrible es cuando comprendes que jamás volverás a ver al muerto. La ausencia de su vida, la ausencia de su voz, rostro y presencia se vuelve algo que, como dice Sylvia Plath, empieza a crecer a tu lado como un árbol.

Caoineadh: el duelo en la tradición irlandesa

Una de las bellezas de la tradición irlandesa es la gran hospitalidad con que recibe la muerte. Cuando muere un aldeano, todos acuden al funeral. Primero, todos van a la casa a ofrecer sus condolencias. Los vecinos se reúnen para dar sostén a la familia y ayudarla. Es un don hermoso. En los momentos de gran desesperación y soledad, necesitas la ayuda de tus vecinos para superar ese tiempo de fragmentación. En Irlanda existía una tradición llamada Caoineadh. Eran personas, principalmente mujeres, que lloraban al muerto con una suerte de lamento agudo, penetrante, increíblemente desolado. La historia de Caoineadh era la de la vida de la persona tal como la habían conocido esas mujeres. La triste liturgia tejida con bellas historias ocupaba el lugar de la persona que acababa de ausentarse del mundo. Se contaban los sucesos más importantes de su vida. Sin duda era de una desolación desgarradora, pero creaba un espacio ritual acogedor para el duelo y la tristeza de la familia que había sufrido la pérdida. El Caoineadh ayudaba a las personas a permitir que los sentimientos de desolación y dolor los embargaran de manera natural.
En Irlanda tenemos la tradición del velatorio, que asegura que el fallecido no estará solo la noche después de su muerte: Vecinos, familiares y amigos lo acompañan durante las primeras horas de la transición a la eternidad. Se ofrece bebidas alcohólicas y tabaco. Nuevamente, la conversación de los amigos teje una trama de recuerdos de los sucesos en la vida de la persona.

 

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